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¿Tendrán las empresas empleados a tiempo completo en el futuro?
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El crecimiento de la economía bajo demanda (la llamada gig-economy), caracterizada por trabajos freelance y contratos temporales, está marcando una transformación significativa en la forma en que las empresas gestionan su talento. En Estados Unidos, los datos son contundentes: en 2023, los freelancers representaban ya un 39% de la fuerza laboral y se estima que en 2030 la cifra podría alcanzar el 50%, según McKinsey.
Esta tendencia no se limita a EE.UU. En Europa, aunque la proporción de freelancers aún es menor, está ganando terreno rápidamente, impulsada por plataformas como Malt, Freelancer.es y Workana.
Mientras en Estados Unidos los trabajadores freelance ya contribuyen con 1,4 billones de dólares a la economía, en España y en el resto de Europa, el crecimiento está siendo más gradual pero constante. Según la Fundación Cotec, en España un 15% de los trabajadores se dedica ya a actividades freelance o por cuenta propia. Aunque aún estamos lejos de los niveles estadounidenses, la realidad es que el impulso de la digitalización y la búsqueda de un mejor equilibrio entre vida personal y profesional están cambiando rápidamente el panorama laboral en el continente.
Esta diferencia entre el ritmo de adopción en EE.UU. y Europa refleja también una mentalidad empresarial distinta. Muchos directivos europeos aún creen en el valor de la presencia física y en el “control” que ofrece el entorno de oficina.
De hecho, un estudio de PwC Europa muestra que un 65% de los CEOs todavía piensa que los empleados estarán trabajando mayoritariamente desde la oficina en los próximos años. Pero esa insistencia en volver al modelo presencial podría ser arriesgada. En EE.UU., donde las empresas han intentado imponer la vuelta a la oficina, la respuesta ha sido mayor rotación y una aceleración del cambio hacia el trabajo freelance.
El verdadero desafío no es decidir entre trabajar desde la oficina o en remoto, sino redefinir el concepto de empleo. En lugar de medir la productividad por el número de horas en la oficina, las empresas deben centrarse en los resultados y el valor generado. Esta forma de pensar ya está ganando terreno en Europa, especialmente en países como Alemania, donde la reducción de la jornada laboral y los modelos híbridos son cada vez más comunes.
La realidad es que el debate ya no se trata de oficina vs. teletrabajo, sino de cómo las empresas pueden ofrecer modelos personalizados que respondan a las necesidades de cada profesional. Las generaciones más jóvenes exigen autonomía y la capacidad de organizar su jornada en función de sus prioridades personales y profesionales. Ante esta situación, los CEOs que sigan aferrándose al control y a la presencia física como medida de rendimiento se arriesgan a perder talento en un entorno laboral donde los profesionales tienen cada vez más opciones.
El futuro del trabajo en Europa probablemente no llegue a los niveles de freelance observados en EE.UU., pero la tendencia es clara: más personas optan por trabajos bajo demanda, mientras que las empresas se adaptan, ofreciendo opciones más flexibles para atraer y retener talento. Al final, las empresas que se centren en el impacto y el valor, independientemente del lugar y el tiempo invertido, serán las que mejor naveguen este cambio.
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